15/8/11
Yamaha XT 350. Otra más.
Éramos pocos y parió la burra. Este 5 de agosto añadí una nueva moto, que no moto nueva, a la colección que estoy empezando a amontonar sin darme cuenta. Por el mes de junio quedé con parte de la peña para ir a ver el mercadillo de motos antiguas de Sils (totalmente recomendable) y allí volví a encontrarme con Alfredo, el hermano de Ferran que volvía a las andanzas motociclísticas, esta vez con una XT 350. Un mes después nos reuníamos un domingo para hacer una salidita y desoxidar las articulaciones de Alfredo. Al ver la XT me encantó el estado de conservación de la moto, habida cuenta que es del año 88 (tiene las mismas letras en la matrícula que la añorada CBR que me quemaron), y le dije que si un día se la vendía que me lo dijese antes que podría estar interesado. Alfredo me contestó que no podía ser porque hacía poco que la tenía y no se quería desprender de ella tan pronto y blablabla. Total, que empezamos la salida. La velocidad de la ruta no fue alta porque Alfredo no tiraba mucho, se nos puso a medio llover y la moto parece que no le corría demasiado. En un momento que paramos a esperarle, al llegar percibimos un ruido en la XT que se camuflaba con la escandalera del escape que lleva. Provenía del motor y no conseguimos averiguar a que elemento pertenecía. La cosa se quedo ahí y al final nos despedimos y cada unos para su casa.
Al cabo de una semana tenía un mail de Ferran que me decía que si me interesaba la XT, su hermano me la vendía. Cojonudo, pensé. A ver que me pedía de todas formas, porque el ruidito del motor podía ser algo chungo. Al final me pidió un precio razonable, 500 € más el cambio de nombre que me salió por 51 €. Y el mismo viernes que me pasé por la campana me la llevé al garaje con los otros hierros. Alfredo acababa de traerla de soldar el soporte de la pata de cabra, que se había partido el último día que la usó. Además me regaló un caballete artesano que le había soldado también el herrero.
Ese mismo fin de semana estuve tan ocupado que no pude ni arrancarla y sólo le tome unas fotos. El viernes pasado subí a hacer unos arreglillos por donde tengo las motos y por la tarde me dispuse a intentar arrancarla. ¡Cagada total! Al subirme para darle la patada a la palanca de arranque, la moto comenzó a moverse hacia un lado: el soporte de la pata de cabra se estaba rompiendo de nuevo. ¡Mecagüenlaputa! Bueno, no me iba a ir de allí sin arrancarla. Clac-clac-clac-clac. Pues sí, me fui sin arrancarla. Después de estar unos 5 minutos dándole que te pego a la palanca infructuosamente, en una posición incomoda sin poder apoyarme bien, sudando como un cabrón y agotado del calor, lo dejé correr.
Análisis de la situación hasta el momento: La batería esta más bien tiesa, no tiene ni fuerza para el claxon. Es más pequeña que la de la Scoopy y aunque la cargué toda la mañana, seguía sin fuerza. Este puede ser un motivo para que costara tanto de arrancar. Otra cosa es la poca compresión que ejerce el pistón. No hay manera de encontrar el punto muerto superior, allí donde la palanca se torna más dura y cuando hay que meterle el patadón. Al menos así lo hacía con la XR 600, aunque igual esta no funciona de la misma forma. Cuando salimos a hacer la ruta del domingo ya nos dimos cuenta de este detalle. En un momento que paramos, Alfredo no era capaz de arrancarla y lo intente yo. Me costo un huevo pero la conseguí arrancar en un momento que encontré resistencia en el motor por la compresión. Así que tendré que mirar el tema del descompresor automático que monta o a malas comprobar la compresión porque la moto ya lleva 50.000 km y puede que necesite un repasito interior. Otro detalle que no me mola nada es que tiene el soporte de la estribera derecha soldado (es la moto de las putas soldaduras). El problema creo que vendrá cuando intente sacar la tapa del cárter para cambiar el embrague o lo que sea. O saco el motor entero por la izquierda o tendré que cortar con una radial o que sé yo el cordón de la soldadura y volver a atornillarlo de alguna forma, pero no soldarlo.
Bueno, a parte del famoso y extraño ruido del motor que todavía no sé que coño es porque no la he podido encender, y los anteriores detalles, el resto de la moto está en un estado magnífico, con las únicas y lógicas marcas del tiempo y el uso tras estos 23 años de existencia.
La idea que tengo con la recién llegada es arreglar los desperfectos que tiene, pulir detalles de puesta a punto y hacerme con la conducción en lo que queda de verano y entrada de otoño, para ya de cara a final de éste y comienzos de invierno empezar con una transformación endurera, eliminado peso y piezas que me sobren para el uso eminentemente verde que le quiero dar. A ver si voy con buen pie esta vez y no se queda en otro eterno proyecto por falta de tiempo y dinero, que tengo un mono de salir por la montaña desde hace no sé cuantos años que no os lo podéis ni imaginar.
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