16/8/11

La moto de Nacho. Yamaha XS 400 (I)


Por estas fechas ya debe hacer como un año que Nacho por fin se compró su primera moto grande y entró de lleno en este maravilloso mundo. Aunque a él le gusta recordar que comenzó sus andaduras con su pequeña 4 tempi Piaggio Liberty de 50 cc, que continúa teniendo y con la que se ha pegado sus buenos viajes por Cataluña, Andorra y ha llegado a pisar territorio francés en varias ocasiones. Todo un logro para un pequeño motor.
Pero a lo que íbamos. Tras unos eternos exámenes para el carnet de conducir de moto limitado a 50 CV, consiguió sacárselo in extremis justo antes de que cerrara tráfico por vacaciones. Entonces la cosa siguió con el eterno dilema que tiene todo buen motorista: ¿Qué coño de moto me compro ahora? La variedad de motos que podemos encontrar en el mercado de 2ª mano se reduce drásticamente debido a la limitación de su permiso de conducción. Aún así había dudas. Un día me aparece diciendo que en un taller del barrio, el tipo vende una Yamaha XS 400. ¡Uf, buen pedazo de hierro! Vamos para allá ha echarle un vistazo. Yo le fui diciendo que tampoco se ilusionara porque aunque fue una buena moto en su momento y hasta la Guardia Urbana rodó con ella, no necesariamente tenía que estar en buenas condiciones. Pero la verdad es que la moto se veía muy entera, con una bonita decoración original. La probé dándome una vuelta para ver si todo funcionaba como debía y sobretodo, no había fallos de carburación por culpa de membranas defectuosas, que ya sabemos… Pues tampoco, todo funcionaba correctamente para una venerable veterana del año 86. Repaso general en parado y salvo una bomba de freno que perdía líquido, el resto estaba decente. Así que como buen motero y mejor amigo le recomendé que si le gustaba la moto, que se la quedara pues le pedía 700 € que no estaba mal, siempre y cuando le hiciera una pequeña puesta a punto de cambio de aceite y filtros como mínimo y reparar la fuga del freno por cuenta del taller porque la moto llevaba parada 5 años y era de una chica que no la usaba y blablabla…
Nacho se enamoró de la XS (pronúnciese en inglés: excess, muy apropiado para mi amigo) y se la compró. Aquí hay una pequeña influencia negativa por parte de mi afición a las motos viejunas que muy hábilmente le he conseguido trasladar, pero hay que joderse, más vale eso que no que se drogue por culpa mía. Total, que el día más bonito de la vida motera de Nacho fue al ir a buscarla y llevársela a su casa. A partir del 2º día, más o menos, ¡todo se fue a tomar por culo! En todos estos años que llevo en el mundo de la moto y no son pocos, nunca he visto una moto tan gafada y con tantas ganas de autodestruirse como esta XS. También hay que contar para su descarga, que el sádico de mi amigo no ha parado quieto con ella (siempre que arrancaba) y si no me equivoco de mucho, ya debe llevar unos 15.000 km realizados en un año. Y claro, pasar de no sé cuantos años parada a este trote, tiene sus consecuencias.
Para empezar, ya comenzó a experimentar esa amarga sensación de engaño por parte de los mecánicos poco escrupulosos y poco profesionales. El cabrón que le vendió la moto no le hizo ni puto caso a lo de cambiar aceite y demás. Lo único que sí hizo fue lo del freno, ¡menos mal! Y encima, cuando Nacho fue a reclamar el muy hijodeputa se molestó porque le estaba llamando mentiroso, pues él insistía que lo había hecho todo. Falso, no le sacó ni la mugre al tapón de vaciado del aceite, que salió que parecía café aguado como más tarde pudimos comprobar. En otras ocasiones, a lo largo de su pequeño periplo por los talleres, ha podido comprobar que hay más de un mamón que se dice mecánico que debería retirarse por el bien del gremio; por eso me arreglo yo mismo todo lo que puedo y más de mis queridas motos, porque también acabé hasta los cojones de que me tomaran por gilipollas.
Tras este exitoso inicio, seguiríamos con una serie de pequeños infortunios y desgracias que podrían haber dejado en la cuneta a más de un experimentado motero, pero aunque el ánimo de nuestro amigo flaqueó en algunos momentos, la ilusión y las ganas de demostrar que esa vieja dama podía seguir dando guerra alentaron las fuerzas para tirar adelante y rascarse el bolsillo para recambios y mano de obra.
Lo siguiente notable que pasó fue al cabo de unos días de rodar: el motor no aguantaba bien el ralentí, pegaba tirones y se revolucionaba sola. Estábamos hablando de palabras mayores: las putísimas membranas de los huevos. ¿Cómo es posible que cuando probamos la moto no fallaran y al cabo de 4 días se jodieran? Grandes misterios de la humanidad. La cuestión es que tenían tantos agujeros que podías colar los macarrones en ellos y no hubo más remedio que comprar unos nuevos. Ya sabemos lo que cuestan en la XJ, pues en la XS son poco menos de la mitad. Por cierto, lo que nos costó poner las tomas del filtro del aire a los carburadores sólo lo sabe Dios y su padre. Las bridas originales las tiré a la basura y le puse unas bridas de ferretería que van de puta madre.

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