Por fin va por buen camino la vuelta a la concentra de los Alpes. Hace un mes más o menos, hicimos una de tantas reuniones (comilonas) de la Peña Moto Basura. Ahora que prácticamente todos los miembros tienen descendencia y están saturados de hipotecas, estos encuentros son la única manera de matar el gusanillo motero entre todos. Y surgió el tema que hace tiempo nos rondaba la cabeza a unos cuantos: Volver a la Stella Alpina. La última vez que fuimos fue en Julio del 98 y desde entonces a llovido mucho. Yo iba en mi añorada BMW F650, Ferran y Laura con su (todavía viva en manos de LuisLupas) Suzuki GS500 y Bernardo (del que hace tiempo que no sé nada) en una BMW R850. Por aquel entonces nos comíamos en mundo en moto y aprovechábamos cualquier excusa para cascarnos cientos de kilómetros por la patilla. Ese mismo año fue mi viaje a Galicia y la concentra de Huelva, también con Ferran, entre otras salidas.
Ahora todo ha cambiado bastante y el acomodamiento y la pereza se hace presente en nuestras vidas, pero el espíritu aventurero y devora-kilómetros sigue en estado de letargo, a la espera de una chispa que lo reavive. Y surgió la pregunta: -¿Qué, este año vamos por fin a la Stella o no? Aunque costó un poco de ponernos todos de acuerdo, en el aire se respiraba las ganas de irnos-a-tomar-por-el-culo-en-moto-bien-lejos-de-una-puñetera-vez. Sólo faltaba la confirmación de Lluis para ver como tenía el cuadrante y la incógnita de si el jefe de José permitiría el lunes de fiesta o aceptaría la petición de finiquito por parte de éste. A una semana y media vista del evento se confirma la asistencia de todos los participantes iniciales y una sonrisa de alegría se dibuja en mi rostro. Hace ya mucho tiempo que no disfrutaba de un fin de semana motero en compañía de más gente, y sobretodo con esta peña, que nos conocemos desde hace muchos años y hemos compartido buenos momentos en la carretera (y fuera de ella) y somos afines a la máxima de poder ir a un sitio de la forma más larga, retorcida y divertida posible. A veces el destino es lo menos importante y se convierte en una mera excusa para poder disfrutar del paisaje, la aventura y millones de curvas con los mejores compañeros.
Esta vez las motos van a estar más adecuadas al medio alpino, menos la mía. Ferran irá con su Honda Transalp (¡ex mi ex-jefe y ex Oscar!), Lluis con una Yamaha SuperTénéré y José con otra Transalp, pero más nueva. Yo por mi parte, para dar la nota y ya que la otra vez sí que iba preparado, ahora voy con mi montura del momento, una Honda VFR del 91. Va a haber emoción hasta el mismo momento en que ponga la pata de cabra en la tierra de la acampada, a 2500 metros de altitud.
Ahora todo ha cambiado bastante y el acomodamiento y la pereza se hace presente en nuestras vidas, pero el espíritu aventurero y devora-kilómetros sigue en estado de letargo, a la espera de una chispa que lo reavive. Y surgió la pregunta: -¿Qué, este año vamos por fin a la Stella o no? Aunque costó un poco de ponernos todos de acuerdo, en el aire se respiraba las ganas de irnos-a-tomar-por-el-culo-en-moto-bien-lejos-de-una-puñetera-vez. Sólo faltaba la confirmación de Lluis para ver como tenía el cuadrante y la incógnita de si el jefe de José permitiría el lunes de fiesta o aceptaría la petición de finiquito por parte de éste. A una semana y media vista del evento se confirma la asistencia de todos los participantes iniciales y una sonrisa de alegría se dibuja en mi rostro. Hace ya mucho tiempo que no disfrutaba de un fin de semana motero en compañía de más gente, y sobretodo con esta peña, que nos conocemos desde hace muchos años y hemos compartido buenos momentos en la carretera (y fuera de ella) y somos afines a la máxima de poder ir a un sitio de la forma más larga, retorcida y divertida posible. A veces el destino es lo menos importante y se convierte en una mera excusa para poder disfrutar del paisaje, la aventura y millones de curvas con los mejores compañeros.
Esta vez las motos van a estar más adecuadas al medio alpino, menos la mía. Ferran irá con su Honda Transalp (¡ex mi ex-jefe y ex Oscar!), Lluis con una Yamaha SuperTénéré y José con otra Transalp, pero más nueva. Yo por mi parte, para dar la nota y ya que la otra vez sí que iba preparado, ahora voy con mi montura del momento, una Honda VFR del 91. Va a haber emoción hasta el mismo momento en que ponga la pata de cabra en la tierra de la acampada, a 2500 metros de altitud.
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