La curiosidad fue demasiado atractiva. No pude resistirme y un fin de semana de Julio se me ocurrió que era un buen día para ver que le pasaba a la moto. La cara de feliz que se me debió de quedar cuando di con el fallo de la caja de cambios. El tiempo invertido fue de una horita con mucha tranquilidad. El coste fue de 0 €. Ahora podía decir sin problemas que había adquirido una moto funcionando por sólo 100 €. Flipante. Inicialmente, mis sospechas iban encaminadas hacia los muelles del selector de velocidades o algún fallo que impedía el libre movimiento de las palancas interiores. Así que desmonté el reenvío del pie y abrí la tapa del cárter de la caja de cambios. Aparentemente todo estaba bien y en su sitio. No quería imaginarme que el problema pudiera venir del interior, de los engranajes del cambio. Así que empecé a pensar y pensar como funcionaba aquello o como debería funcionar si todo estuviera en su sitio. Hasta que fui montando las cosas, marcha atrás y viendo si funcionaban. Y así acabé montando el reenvío de nuevo y conseguí meter la 2ª, la 3ª, la 4ª y la 5ª velocidad. Porque hay que ser muy cazurro para montar el reenvío mal y hacer que choque con el cárter. Y es que era eso lo que le habían hecho a la pobre moto. ¿Y la querían llevar al desguace por aquel error? ¿Y el mecánico aquel quería cobrar sobre 500 € por la reparación? ¡Me parece increíble!
Como lo de las goteras del techo llevaba para tiempo, monté de nuevo todo lo que había desmontado de la XJ y la dejé apartada en la pared. Otra vez a esperar… Mientras tanto hice una lista de las cosas que debía rehabilitar para su correcto funcionamiento y poder pasar la ITV sin problemas. En un principio, en plan punky, la moto podía seguir tirando unos buenos kilómetros sin muchas complicaciones pero estaba el factor ITV, ya que no tendría el permiso de circulación de Tráfico hasta que no presentara los papeles conforme había pasado la prueba satisfactoriamente. Y sin el permiso, tampoco hay seguro. De manera que ya que teníamos que hacer unos arreglitos, nos pondríamos tontos y la dejaríamos de puta madre. El listado lo encabezaba la compra de una nueva junta para la tapa del cambio, y seguía con la puesta al día que le debían a esa moto desde hacía más de 10 años: engrase y lubricación general de partes móviles, renovación del aceite de la horquilla, renovación del líquido de frenos y palanca nueva, cambio de aceite motor y filtro, cambio de filtro de aire, cambio de aceite del cardan, neumático trasero nuevo, batería nueva, inspección del reglaje de válvulas y limpieza y sincronización de los carburadores. Para esto último estoy pendiente de comprar un vacuómetro en una tienda on-line. De todas formas, lo de la junta de la tapa del cambio tuvo guasa porque los de Yamaha se tiraron más de 2 meses en vendérmela. En España no había, en Holanda se había agotado también y la tenían que traer de Japón. Eso sí, me dijeron que no había problemas de recambios, que en Japón había de todo pero claro, igual tardaban un huevo en traerlo porque se esperaban a hacer un pedido grande, por el tema de portes. ¡Hay que joderse! A todo esto, decidí definitivamente que me quedaría con esta vieja dama para darle lo que merecía desde el mismo momento en que salió por la puerta del concesionario, por el año 1983: mucho cariño, un buen mantenimiento y muchos kilómetros que devorar. Para eso había nacido y para eso había llegado a mis manos.
Como lo de las goteras del techo llevaba para tiempo, monté de nuevo todo lo que había desmontado de la XJ y la dejé apartada en la pared. Otra vez a esperar… Mientras tanto hice una lista de las cosas que debía rehabilitar para su correcto funcionamiento y poder pasar la ITV sin problemas. En un principio, en plan punky, la moto podía seguir tirando unos buenos kilómetros sin muchas complicaciones pero estaba el factor ITV, ya que no tendría el permiso de circulación de Tráfico hasta que no presentara los papeles conforme había pasado la prueba satisfactoriamente. Y sin el permiso, tampoco hay seguro. De manera que ya que teníamos que hacer unos arreglitos, nos pondríamos tontos y la dejaríamos de puta madre. El listado lo encabezaba la compra de una nueva junta para la tapa del cambio, y seguía con la puesta al día que le debían a esa moto desde hacía más de 10 años: engrase y lubricación general de partes móviles, renovación del aceite de la horquilla, renovación del líquido de frenos y palanca nueva, cambio de aceite motor y filtro, cambio de filtro de aire, cambio de aceite del cardan, neumático trasero nuevo, batería nueva, inspección del reglaje de válvulas y limpieza y sincronización de los carburadores. Para esto último estoy pendiente de comprar un vacuómetro en una tienda on-line. De todas formas, lo de la junta de la tapa del cambio tuvo guasa porque los de Yamaha se tiraron más de 2 meses en vendérmela. En España no había, en Holanda se había agotado también y la tenían que traer de Japón. Eso sí, me dijeron que no había problemas de recambios, que en Japón había de todo pero claro, igual tardaban un huevo en traerlo porque se esperaban a hacer un pedido grande, por el tema de portes. ¡Hay que joderse! A todo esto, decidí definitivamente que me quedaría con esta vieja dama para darle lo que merecía desde el mismo momento en que salió por la puerta del concesionario, por el año 1983: mucho cariño, un buen mantenimiento y muchos kilómetros que devorar. Para eso había nacido y para eso había llegado a mis manos.
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