Soporte cortado |
Así que en noviembre tuve un finde para ponerme con el tema de la estribera y esa magnífica obra de orfebrería que habían hecho con la soldadura. Alfredo me comentó que la moto se pegó una nata por ese lado y se jodieron las roscas donde va atornillado el soporte de la estribera. Al lumbreras-mecánico de turno, en vez de intentar arreglar las citadas roscas, no se le ocurre otra brillante idea que soldar el soporte enterito al chasis, roscar de aquella manera unos tornillos que pilló por ahí y quedarse más contento que la hostia: “-¡Pero que bueno soy!”.
De lo que no se ha dado cuenta el tío listo es que al soldar la pieza ha imposibilitado acceder a la tapa del embrague, ni de que tampoco se puede desmontar el motor del chasis, al menos por el lado derecho.
Repasando con el macho |
Un poco de pintura |
Al encarar el soporte con el chasis observo que no casan bien las dos piezas: hay una separación en la zona del agujero superior. Intercalo una arandela en ese espacio. Recuerdo que al separar la soldadura ya habían puesto otra arandela allí, así que imagino que el fallo de la planitud ya venía de atrás y no era cosa del corte de sierra.
Antes de montarlo todo definitivamente, le doy una manita de pintura a las dos piezas. Lástima que el spray rojo no tiene mucha pintura, aunque suficiente para una mano. Para acelerar el secado le doy con la pistola de calor y en unos 10 minutos ya está seco y puedo montarlo.
Un trabajo bien hecho, artesanal, como se hacía antes en los buenos talleres. Estudiando el problema, trabajando con mimo, sin prisas, con maña, para obtener un resultado satisfactorio y perdurable y que no sea una chapuza para pasar el apuro.
Aquí no ha pasado nada |