A medida que ha ido avanzando el día me he ido poniendo cada vez más triste, más cansado. Y no sé si estoy triste por el cansancio que llevo, o tal vez sea que estoy cansado de esta tristeza. Incluso en rehabilitación me he sentido decaído, aunque la rodilla ha funcionado bastante bien y queda poco de la tendinitis que arrastro desde hace casi un mes.
Estos días de febrero ya no son lo que eran y no hace prácticamente frío, al menos el que debería hacer para las fechas. Así que en los cortos desplazamientos que realizo en moto por la ciudad, voy con el abatible del casco abierto. Me gusta sentir como el viento ligeramente frío intenta cortar mi cara, me hace sentir vivo, me hace sentir la moto y puedo notar como brota poderosa la potencia de ésta por la salida del escape.
En un semáforo se ha detenido brevemente un tipo vestido de cuero con una Suzuki GS 500 E, el modelo antiguo. Por un momento me he visto a mi mismo reflejado en esa imagen, volviendo del trabajo protegido de las bajas temperaturas. Al marchar me he fijado que su matrícula era extranjera, con un fondo amarillo y por su forma he deducido que posiblemente fuera de las islas británicas.
Entonces es cuando he sentido cierta sensación de envidia. No sé nada sobre la vida de esa persona. Igual no es extranjero, igual no es suya la moto o igual lleva años viviendo aquí pero he fantaseado con la idea de que realmente no estaba acostumbrado a esta asquerosa ciudad y cada día que tenía ocasión de recorrerla, se convertía en una pequeña aventura para él.
Llegando a mi destino me he entristecido más aún al tener que dejar la moto en el garaje y volver a mi casa, que me recuerda que para mí el día ya hace rato que se ha acabado y lo siguiente que ocurrirá es que tendré que levantarme en una nueva jornada, cuando ni siquiera los pájaros se han despertado.
En ese momento es cuando he deseado poder estar en otro sitio, en otra ciudad desconocida, en otro país extraño, recorriendo kilómetros sin ningún destino aparente, con un propósito que sólo mi corazón conozca. Poder dejar por un instante eterno esta monotonía, esta vida de mierda y esta ciudad que me acosa y que me absorbe, con su locura de tráfico, con sus caras grises, con sus prisas y sus idas y venidas, con su estrés y sus bocinazos. Poder dejar esto que cada día me entristece más. Poder estar muy lejos de aquí.
27/2/08
8/2/08
Madrugar Hace Daño
Este lunes he comenzado a trabajar después del parón de un mes y medio tras la operación de rodilla. Se me ha hecho duro, la verdad, pegarme el madrugón. Otra vez el mismo recorrido entre polígonos para llegar al trabajo, de noche. Y cuando cojo el pequeño tramo de comarcal que me une a mi zona industrial veo un montón de luces de colores, son pirulos de la policía y ambulancia. Están atendiendo a alguien que está en el suelo. Yace en medio de la carretera y han montado un sistema para que lo vayamos esquivando. Inmediatamente veo una Bandit 400 roja tirada en la cuneta, aunque tiene pinta de que la han dejado apoyada con cuidado. Definitivamente, para este tipo hoy no ha sido un buen comienzo del día. Ya es jodido de por sí meterse una ostia, ¡pero es que son sólo las 7 y media de la mañana!
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